Porque hay un hilo invisible que vincula estas fechas, géneros y formas, y atraviesa todas sus publicaciones en una meditación permanente, demostrando una unidad esencial. Sin embargo, esta unidad no está exenta de puntos de inflexión, como el que representa la relación con la muerte en Cançoner (1976) o en el primer volumen de El present vulnerable (1979); o como los que implican, de una manera complementaria pero diferente, Si tot és dintre (1980) y Darrere el vidre (2004), volúmenes de auto observación en la poesía más que de poesía reunida.
La unidad de la obra de Feliu Formosa se debe a una interrogación única sobre la escritura y su necesidad, que atraviesa todos sus libros, desde 1972 hasta los poemas más recientes, hasta las últimas páginas de sus diarios, hasta las traducciones publicadas o aún en proceso. Prueba de ello la encontramos en la forma que tomaron los libros y los poemas en Darrere el vidre. Curiosamente, lo que en un principio habían sido unos libros, y se habían estructurado de una forma distinta en la publicación de 1980, retoma en cierta medida su ordenación primera en 2004, pero algunos poemas se han modificado. Queda muy claro que la distancia que hay entre «Sóc amic de la tarda d’hivern que em disposa al poema / i he sabut finalment que el poema mateix no pot ser» (Llibre de les meditacions, 1973; Si tot és dintre) y «Sóc amic de la tarda d’hivern que em disposa al poema / i he sabut finalment que el poema mateix no té fi» Llibre de les meditacions (versión de Darrere el vidre) no se mide filológicamente; no es una variante ni una reescritura, sino una escritura que aún se desarrolla, que aún se busca, se espera. Feliu Formosa empezó a medir una impaciencia en 1972 que aún le crece entre las manos, como una espera.
Una espera sin tiempo, pero hecha de tiempo, teniéndolo presente, como a presente. Sus primeros diarios, El present vulnerable (1973-1979), marcados por la misma herida que Cançoner, estuvieron influenciados claramente por la traducción, precisamente en aquel tiempo, de los Diarios de Franz Kafka (1979). De Kafka es también la última de sus traducciones, los Aforismos de Zürau. En este sentido, aquella auto observación aprendida del escritor alemán vuelve a manifestarse, como entonces, en sus últimos diarios y, seguramente, en los que permanecen aún inéditos.
Su actividad teatral, su esfuerzo diario en la traducción, la espera del poema, la vida cotidiana, los viajes fugaces como las palabras que los narran, los retratos, los amores, las muertes, los poemas de los otros, los otros… constituyen una meditación permanente que se puede concretar en un poema, en una traducción, en una anotación de diario, en un relato breve. Al fin y al cabo, son instantes que Feliu Formosa escribe, aún: para darles todo su tiempo.