Carles Batlle
Oasis
Raixid: Fuimos corriendo. La caseta se estaba quemando. Las llamas salían por la
ventana, la puerta estaba cerrada. Oí a mamá que gritaba el nombre de mi padre y
pedía auxilio. Las llamas empezaban a salir por el tejado. Quise entrar, abrir la
puerta, hacer algo. No pude... Xavier me dio un puñetazo y me hizo caer al suelo;
después se sentó sobre mí y empezó a gritar con todas sus fuerzas. Pensaba que se
había vuelto loco. En ese preciso momento el techo se hundió y ya no se oyó
nada más, sólo el aullido del fuego. Como un silencio ensordecedor.
Xavier: Esa noche te quedaste conmigo, en mi cama. Lloramos toda la noche, y
vimos cómo se hacía de día... Mis padres acogieron a Raixid, como si fuese hijo
suyo, comíamos juntos, fuiste a la escuela, tenías tu propia habitación, lo
compartíamos todo.
Raixid: Tenía una habitación, bajo la escalera, toda para mí solo. Sin ventanas.
Con una cama para mí solo, con una silla para mí solo. Me levantaba pronto e iba
a la panadería, a comprar pan. Me hacía la cama. Daba de comer a los perros.
Cogía las sobras de la cena, añadía un poco de pan duro y un poco de agua y hacía
el revoltijo para los cerdos. Después desayunábamos juntos en la cocina e íbamos
a la escuela.
Xavier: Nos sentábamos juntos en la escuela.
Raixid: Nadie quería hacer los trabajos conmigo, decían que no sabía, que no
entendía las cosas. Sólo les interesaba que fuese rápido. Les gustaba verme correr.
Cuando jugábamos a fútbol siempre me escogían el primero, después, si
perdíamos, me decían: por tu culpa, moro de mierda.
Aixa: ¿Cuántos niños había en la escuela?
Xavier: Treinta y cinco, más o menos, de todas las edades. Te querían. Era una
forma de hablar, lo sabes. Cuando volvíamos a casa hacíamos los deberes juntos.
Aprendíamos juntos. Las mismas cosas.
Raixid: Yo ayudaba a la cocinera...
Xavier: Pero hacíamos los deberes juntos.
Raixid: Tú me dejabas copiar tus deberes.
Xavier: Y después jugábamos en la sala de juegos. Siempre reías, y gritabas, me
acuerdo. Me aturdías.
Raixid: Y te quitaba las cosas, y no te las quería devolver.
Xavier: ¿Te acuerdas? Los domingos íbamos de caza. Papá nos llevaba de caza.
Veíamos salir el sol.
Raixid: Yo llevaba los macutos y me encargaba de los perros. Daba de comer a
los perros, como cada día. Los perros me querían. Ellos si que me querían, me
lamían la cara y se dormían a mis pies.
Xavier: Papá te daba la escopeta. Yo estaba celoso.
Raixid: Tu padre me hacía cargar la escopeta. Yo odiaba los domingos.
Xavier: Pero tú disparabas.
Raixid: No me gusta disparar.
Xavier: Reías. Mis padres te querían.
Raixid: Sí, me querían.
(Pausa.)
Raixid: Tu madre nunca entró a darme un beso antes de ir a dormir. (Pausa.) Los
domingos tú veías cómo salía el sol, yo lo veía cada día. Aún lo veo cada día.
Xavier: Raixid...
Raixid: ¿Qué?
Xavier: ¿Crees que tenemos los mismos recuerdos?
Raixid: Retenemos fragmentos del pasado. Pregúntalo. Nadie te sabrá decir por
qué estos y no otros...
Xavier: Hemos compartido experiencias...
Raixid: Pero no compartimos los recuerdos. Y aunque lo hiciésemos, nunca sería
lo mismo...
Aixa: Será mejor que dejemos las fotos para otro día.
Xavier: Mejor, sí. Buenas noches.
(Xavier sale. Pausa.)
Traduït per Ignasi García Barba
Carles Batlle, Oasis. Disponible al web Catalandrama, 2003.