Tierra Baja. Una obra mítica y clásica del teatro catalán
por Anton Carbonell
Cuando Àngel Guimerà realiza Tierra Baja (1897) es un autor que tiene un mundo literario personal y que ya ha conseguido materializarlo con éxito a través de obras como Mar y Cielo (1888) y María-Rosa (1894). Tras las primeras representaciones, esta pieza teatral empieza a hacerse un camino que, con el paso de los años, la convierte en “mítica” y “clásica”.
“Mítica” porque, aparte de la simbología que el texto expresa, es indudable que el personaje del pastor Manelic se ha convertido en una figura que va más allá de su concreción dramática y ha dado forma a un referente de las letras catalanas. “Clásica” porque Àngel Guimerà sabe articular una creación teatral que conecta con preocupaciones e intereses humanos de alcance universal, que a cada lectura o representación nos sorprende en relación con la idea que nos habíamos hecho. La demostración práctica de que Tierra Baja había desvelado este interés general se evidencia en las óperas musicales y en las producciones cinematográficas que generó.
El protagonismo de la acción dramática de Tierra Baja se centra en la figura de Manelic. Presentado como pastor que vive en las montañas con la única compañía de su rebaño, lo sabe todo sobre la dureza de su trabajo y, en cambio, desconoce qué comporta el trato con la gente. Es la imagen emotiva del inocente que topará con la malicia y la crueldad del mundo real. Y su inocencia será aprovechada por Sebastià, el poderoso propietario de tierras y personas, que le propondrá casarse con Marta, a la vez que le esconde que esta mujer es su amante y que quiere continuar cómo sea la relación con ella.
Tierra Baja tiene una consideración de obra clásica, entre otras razones, porque nos ofrece una serie muy bien trabada de conflictos dramáticos que conservan una vigencia universal y, también, una capacidad de ir a la raíz de problemas profundamente humanos. Hemos destacado la importancia de la confrontación del inocente con el mundo real, pero a la vez vemos desarrollados los conflictos de la tierra alta-tierra baja, de la posesión amorosa y de la justicia del poder. La inocencia de Manelic no es, en ningún momento, estupidez. Tiene que ver, en todo caso, con la carencia de trato humano, con el desconocimiento de la realidad del mundo de la tierra baja. El pastor ha vivido, rodeado de su rebaño, en las altas montañas, con la convicción de tener un enemigo declarado (el lobo) y un amo agradecido por sus servicios (el duro que le dio cuando mató el lobo). Pero Manelic no es ningún buen salvaje , tiene su sistema de valores y su identidad: una concepción ideal de la vida y de la naturaleza, el recuerdo amoroso de los padres, unas creencias religiosas, la valoración positiva del trabajo de pastor, el sueño de ser amado y tener una mujer y, en definitiva, su bondad espontánea. También, tiene un carácter firme, que no acepta burlas y desprecios: “tiene su genio”, como dice Tomàs, “que un día por poco mata un hombre”. La inocencia característica de Manelic y de otros personajes, como Nuri y Tomàs, se basa en la ignorancia de las miserias de la tierra baja.
Las dificultades de adaptación del pastor al mundo de la tierra baja dan relevancia, por contraste, al ideal de la tierra alta. De hecho, esta oposición tiene un carácter simbólico, y, por lo tanto, nos permite ver una serie de dualidades de gran rendimiento teatral: individuo/demasiado, ideal/realidad, yo/naturaleza, espíritu/materia. La tierra alta es el espacio del individuo libre, solitario, con capacidad de iniciativa, consciente del lugar que ocupa en el mundo y, aunque condicionado por la naturaleza material, con una cierta espiritualidad y con una percepción poética original. Manelic es, en consecuencia, el representante de un mundo utópico, caracterizado por la pureza y la bondad, bien lejos de la vida colectiva. Y, enfrente de esta realidad idílica, existe el espacio de la tierra baja, que es el reflejo de una sociedad labradora degradada por el materialismo y la explotación: con un amo tiránico, unos labradores esclavizados y acobardados, donde reinan la maldad y la mezquindad.
El conflicto dramático de la posesión amorosa es uno de los elementos centrales de Tierra Baja . Atraviesa la obra del inicio al final, y se relaciona con los tres personajes protagonistas: Manelic, Marta y Sebastià. Ciertamente, el heredero Sebastià ejerce su poder absoluto sobre todo y sobre todo el mundo. Y la relación con Marta es, también, una muestra de este dominio sobre las personas, en qué el sentido de la propiedad se expresa con el uso frecuente del posesivo. Marta ve a Sebastià como un hombre tiránico y violento; aun así, esta mujer sometida y humillada no puede dejar de reconocer que el amo la quiere de verdad. Por esto, Sebastià, en la medida que el aprecio, se siento que pertenezco a Marta. El mismo Manelic también participa de este afán de posesión enfrentado al amo. Pero Tierra baja nos plantea, sobre todo, una vindicación apasionada del deseo de amar y de la necesidad de ser amado. Tanto Manelic como Sebastià sienten un profundo amor por Marta. El amo no puede evitar actuar como propietario, incluso a la hora de exigir ser amado. En cambio, el pastor, consciente de las reticencias que despierta en la mujer amada, sabe esperar que su amor se imponga. El personaje de Marta descubre la naturaleza verdadera de Sebastià y de Manelic; cuando es consciente del engaño que ha sufrido el pastor, empieza a mirárselo con otros ojos. Se siente indigna de él, culpable de su relación con el amo y necesitada de perdón. Manelic le ofrecerá una vida nueva, un lugar donde quererse, lejos de la tierra baja.
Tierra baja es, también, una obra que presenta el conflicto provocado por un poder injusto. Sebastià, “el amo de todo”, señor de tierras y personas, actúa de acuerdo con sus intereses egoístas. Considera que Marta y Manelic han de obedecer sus órdenes, se dirige de manera indigna y humillando. Pero Sebastià es un propietario arruinado, que ha derrochado su patrimonio y que necesita casarse urgentemente con una mayorazga rica para rehacer su economía. Por lo tanto, como amo no cumple la función de crear riqueza y asegurar la vida de los que trabajan en él. Vive únicamente para sus pasiones y, para servirlas, se comporta de manera despótica, imponiendo una ley de silencios y mentiras. Tiene aterrorizados los labradores, que no se atreven a rebelarse. El conflicto que provoca la conducta del amo no tiene nunca una respuesta social, colectiva. Los labradores viven acobardados, aunque, en algún momento, demuestran sentir vergüenza por haber ayudado a expulsar Manelic de su casa. En todo caso, la actitud rebelde ante del amo tiene un carácter individual. Sólo Xeixa y Manelic se atreverán a decir lo que piensan. Xeixa, tras enfrentarse, marchará en busca de un amo mejor. Y Manelic, cuando se da cuenta del engaño y de la humillación que ha sufrido, se abalanza sobre él y no le reconoce ninguna autoridad. Finalmente, el pastor matará a Sebastià porque, aparte del afán de revancha, se convence de que la violencia es la única posibilidad de acabar con un amo injusto y de conseguir la liberación tanta de él como de Marta.
La recepción de Tierra baja en vida del autor fue notable. La actriz Maria Guerrero fue la impulsora del estreno de la versión castellana en Madrid el año 1896. El actor Enric Borràs hizo una creación personal del personaje de Manelic. Óperas (Tiefland de Eugen Albert) y producciones cinematográficas (americana: Marta of the lowlands , dirigida por J. Searle Dawley; alemana: Tiefland , dirigida por Leni Riefenstahl) proyectaron la obra internacionalmente. Parece que, durante la guerra civil, Erwin Piscator tuvo la intención de hacer un montaje revolucionario del drama. Tras 1939, superada una etapa, por un lado, de fosilización conservadora y, de la otra, de instrumentalitzación política del clásico, se ha impuesto la calidad literaria de la obra de Guimerà y su viabilidad escénica. Los directores teatrales Ricard Salvat (Teatro Romea,1976) y Fabià Puigserver (Teatre Lliure, 1990), entre otras, consiguieron una representación respetuosa y revitalizadora de Tierra baja.
Traducido por Miguel Ángel Muñoz Zammit