El título con el que recopiló en el año 1989 su obra poética, Llengua abolida, hace referencia a la voz de las mujeres, silenciada a lo largo de la historia de la misma manera que lo fue la cultura de las clases oprimidas y la historia de los pueblos sin estado. El volumen reunía sus primeros cinco libros publicados, Cau de llunes, Bruixa de dol , Sal oberta , Terra de mai , incluido en el siguiente, La germana de l'estrangera , y Deshielo. Quedó fuera del recopilatorio Raó del cos , aparecido póstumamente en el año 2000 y donde se recogen sus últimos poemas. Además, escribió una novela multipremiada , La Passió segons Renée Vivien [La pasión según Renée Vivien] .
Marçal insistió en la importancia que tenía dentro de la cultura, acoger y descifrar con atención la palabra femenina. Si nada de lo que no ha quedado por escrito parece existir, es urgente restablecer la historia silenciada. Así pues, buscó y encontró ocasiones, a veces colectivas, de hacer aparecer, revisar y revalorar la obra de las poetas catalanas contemporáneas. También se remitió a la obra poética de autoras provinentes de otras tradiciones: Emily Dickinson, Adrienne Rich y en especial Sylvia Plath, que le brindaron modelos de gran exigencia formal; un marco teórico donde situar las propias inquietudes y intuiciones y un potencial de subversión que incorporó en su propia obra. Le impresionó la fuerte palabra poética de Akhamatova y Tsvetaieva; palabra que no renuncia al atrevimiento simbólico dentro de la observación de las pautas formales. Renée Vivien fascinó a Marçal por una implicación pasional en la literatura que, ella, creía compartir, y a la vez por la belleza y perfección de los versos con que cantó la afirmación amorosa lésbica. La muerte prematura a los cuarenta y cinco años provocó que Raó del cos (2000), ―donde se recogen sus últimos poemas― ya no pudiese ser revisado por la autora. Estos referentes literarios femeninos actúan en Marçal potenciados por las traducciones que ella misma hizo y publicó. Además de las rusas y de Renée Vivien, tradujo a Marguerite Yourcenar, Colette y a la italiana Leonor Fini.
Para construir su propia voz poética incorporó la formación universitaria de cultura clásica mientras se remitía sin vacilaciones a la tradición en lengua catalana, una tradición que no duda en reconocer que está formada, sobre todo, por voces masculinas. Supo apropiarse de versos de poetas catalanes y responderlos en la propia obra, con sus palabras y des de su mirada. De Rosalía de Castro, figura fundacional de la poesía gallega, adoptó versos que convirtió en punto de partida de dos poemas. Lorca es, sobretodo para su primera época poética, el único referente en lengua española claro y explícito. En Marçal encontramos continuamente creaciones femeninas de otros campos artísticos, visibles en nombre y apellido, como lo son las dedicatorias y citas que distribuye en todas su obras. Además de las escritoras, encontramos des de Frida Kahlo hasta Meret Oppenheim, o la actriz Anna Lizaran.
El imaginario de Marçal se sabe expresar, tal y como dejó por escrito Maria Àngls Anglada, con un gran dominio del oficio. Un oficio que trabaja de forma magistral con el soneto y la estrofa sáfica, las canciones y la sextina, y con las estrofas de origen oriental, como por ejemplo la tanka y el haikú, que ya habían seducido a autores catalanes anteriores.
Para construir su propio simbólico, la poeta investigadora de las palabras, se inspira des de los inicios, en la experiencia de un mundo natural primigenio donde cada cosa adopta un significado, un paisaje hecho de tierra y agua, de árboles y hierbas, frutas, flores y animales. En la cultura popular encuentra un espacio seguro y fértil dónde arraigar. Desenvuelve la potencialidad simbólica de los cuatro elementos primordiales, del mar como espacio de viaje y de retorno, y se remite a otros lenguajes menospreciados, como por ejemplo la astrología o las cartas del tarot. A menudo, recorrerá a la mitología para encontrar claves de comprensión en la posición de las mujeres a lo largo de la historia y la cultura. Hará lo mismo con los textos sagrados, orientada por la lectura de pensadoras sobre lo religioso, des de las místicas medievales hasta Simone Weil o la contemporánea Luisa Muraro. Todos estos elementos y también el de la reflexión sobre textos de figuras esenciales del siglo XX, como por ejemplo Luce Irigaray o Maurice Blanchot; narradores, como Djuna Barnes, Virginia Wolf o la austriaca Ingeborg Bachmann y algunas pensadoras feministas, forman un amplio bagaje cultural que, interactuando con la propia vida, cristaliza en su obra poética, y en una novela única, rica y compleja.
En sus versos construye, no solamente « la autobiografía de su alma », sino una vivencia femenina compartible de las experiencias primordiales: en Bruixa de dol, el amor y la soledad, la propia identidad, el placer y el dolor; las relaciones entre las mujeres; en Terra de mai, el amor homosexual; en Sal oberta, la maternidad, todo esto vivido y poetizado en primera persona. En Deshielo creará la filiación, la relación con el padre, simbólico y real, y el dolor por su desaparición, y en Raó del cos , la relación con la madre, la propia muerte y la enfermedad. En su obra siempre encontramos el hilo de la búsqueda del sentido difícil y contradictorio, más allá de los tópicos y de lo ya conocido.
Posiblemente en las obras de Marçal, especialmente aquellas que se incluyen en la etapa de madurez poética de la autora (concretamente las dos últimas mencionadas), pasa lo que Elsa Morante escribía a propósito de las grandes obras de la poesía, entendiendo tal y como ella entendía la poesía, como lo mejor de la creación literaria: que son aún demasiado modernas para que su significado se nos pueda explicar a los contemporáneos de forma completa. Las nuevas generaciones de poetas y lectores, como sugería Morante, ya están incorporando la innovadora maestría estética y de pensamiento de Marçal.