Fuster empezó sus estudios de derecho en la Universidad de Valencia, donde se licenció en 1947 y se doctoró en filología catalana en 1985. Desde 1983 hasta su muerte, en 1992, fue profesor de esta universidad, primero como contratado y luego como catedrático; se jubiló como emérito. En 1944 publicó su primer artículo en catalán vint-i-cinc anys de poesia catalana (veiniticinco años de poesía catalana). Colaboró en el almanaque de Las províncias . De 1946 a 1956 codirigió con Josep Albi la revista Verbo , donde publicó los primeros artículos literarios de una cierta ambición. Sin embargo, sus primeros libros fueron de poesía: Sobre Narcís (1948), Ales o mans (1949), Terra en la boca (1953) i Escrit per al silenci (1954) –y algunos otros, reunidos todos en Set llibres de versos (1987). Su poesía no es un apéndice de la obra ensayística, sino que es un elemento fundamental en la evolución de su quehacer literario. En ella encontramos dos caras muy diferentes: de un poeta exquisito, deslumbrado por la poesía pura y por el simbolismo a un poeta irónico y mordaz, con un tono marcadamente antilírico.
A finales de la década de los cuarenta empezó sus colaboraciones en prensa escribiendo en Levante , de Valencia. Esta fue una de las facetas más destacadas y constantes de su producción, que prosiguió hasta una edad muy avanzada, en periódicos y revistas de Valencia, Barcelona y Madrid, además de en muchas otras publicaciones periódicas, incluso desde el exilio ( La Vanguardia, Destino, La Nostra Revista, Serra d'Or, Pont Blau, Tele/Exprés, El Temps o ABC ). En el artículo periodístico Fuster encuentra, en estado larval, la cápsula del ensayo.
En 1955 inició, con El descrédito de la realidad , una brillante carrera de ensayísta, de vasta amplitud temática, servida por un estilo incisivo, de adjetivación hábil y precisa. Otro aspecto de su obra, empezado también entonces, fu el de la erudición, la historia y la crítica literaria, que alternó con otras obras como Antología del surrealismo español (1952), compuesta conjuntamente con Albi, Pàgines escollides de sant Vicent Ferrer (1955), Antologia de la poesia valenciana (1956), Recull de contes valencians (1958) y Ausias March: Antologia poètica (1959). Su dedicación a los temas valencianos culminó en 1962 con la publicación de Nosotros, los valencianos, Qüestió de noms y El País Valenciano , libros básicos para el conocimiento de la historia, la cultura y los problemas de identidad nacional del País Valenciano. La publicación de estos libros, pero en especial de la guía turística de El País Valenciano , fue considerada como ultraje a los valores valencianos más sagrados: desde la gastronomía hasta el folklore autóctono. Los sectores más reaccionarios de la sociedad aprovecharon la ocasión para presentar-lo como un enemigo del país. Así empezó una foribunda campaña anti-Fuster y en contra de todo lo que simbolizara su obra y su trayetoria intelectual. Dentro de esta temática más cercana publicó Raimón (1964), Combustible per a falles (1967 ), L'albufera de València (1979) y Ara o mai (1981), además de varios estudios y artículos eruditos, históricos, biográficos y de viajes.
Dentro del campo del ensayo, publicó Les originalitats (1956), Figures de temps, premio Yxart (1957), Indagacions possibles (1958), Judicis finals (1960), Diccionario para ociosos (1964), Causarse d'esperar (1965), El hombre, medida de todas las cosas (1967), Consells, proverbis i insolències (1968), Examen de consciència (1968), el sugerente Diari 1952-1960 (1969), Babels i babilònies (1972), o Sagitari (1985). En estas obras Fuster rindió tributo a la tradición del humanismo clásico de raíz moral, tratando así temas que van desde la historia hasta la política, pasando por los aspectos más diversos de la vida cultural y cotidiana. Uno encuentra, además, el aliento de los moralistas y racionalistas franceses, de Montaigne a los enciclopedistas. Dentro de los trabajos de historia, de crítica y de divulgación literarias publicó
La poesia catalana (1956), Joan Serrallonga (1961), en colaboración con Joan Reglà, Poetas, moriscos y curas (1962), El bandolerisme català: la llegenda (1963), Heretgies, revoltes i sermons (1968), Literatura catalana contemporanea (1972), el conjunto de estudios Llibres i problemes del Renaixement (1989) y Les Constitucions del convent de Sant Josep de València (2002); además de tres prólogos extensos en las obras respectivas de Joan Salvat-Papasseit (1962), Salvador Espriu (1963) y Josep Pla (1966), de una gran penetración analítica y capacidad de síntesis, aplegados en Contra el noucentisme (1978).
Joan Fuster fue, sin duda, el ensayista catalán más considerable de las generaciones surgidas después de la guerra civil. La fuerza de su personalidad intelectual y la amplitud de su obra –que manifiesta una profunda visión humanista, la vez que un innegable voluntarismo político como un criticismo escéptico y un humor corrosivo—han sobrepasado el ámbito literario y se han proyectado sobre la vida cultural y civil de los Países Catalanes, cuya consciencia unitaria contribuyó a crear poderosamente. La irreductible incisión y punto de vista crítico de la obra lo hicieron objeto de algunos atentados. Fue miembro agregado de el Institut d'Estudis Catalans (1978) y promotor y presidente de Acció Cultural del País Valencià (1978). Premi d'Honor de les Lletres Catalanes (1975), Premi de les Lletres del País Valencià (1981), Medalla d'Or de la Generalitat de Catalunya (1983).En 1984 fue nombrado doctor honoris causa por la Universidad de Barcelona y por la Universidad Autónoma de Barcelona. Fue presidente de la Associació d'Escrptiors en Llengua Catalana (1987-1991). Como título póstumo, en 1992 se le concedió la Alta Distinció de la Generalitat Valenciana. Fuster se convirtió, desde la década de los sesenta hasta su muerte, una de las figuras más representativas y más influyentes de la cultura del país.