SÁID, BLÁNCA, FERRÁN, CARLOS, MALEK, JUAN, HASEN, OSMÁN, MAHOMET y otros piratas. Al grito de Sáid se presentan precipitadamente, invadiendo la escena.
SAID. ¡Abajo todo el mundo! ¡Dejad velas
y timón: venid todos!... ¡pronto! Vedlos;
con las vuestras frotad sus vestiduras;
cristianos son: olfatead su carne.
¡Los verdugos que un día nuestra raza
diezmaron, mirad hoy cómo nos odian,
nos insultan, nos befan, y rabiosos,
con su baba apestosa nos escupen!
MALEK. Véngate, pues, en ellos. Yo la vida
te pido del patrón.
MAH. De ambos.
JUAN. (Aconsejando la prudencia a Sáid.) ¡Detente!
BLANCA. ¡Padre!
SAID. ¿Perros nos llaman? Pues tratémoslos como perros de presa.
JUAN. (Tratando de persuadir a los Piratas.)
Ved el oro
que nos pueden valer.
SAID. Ya te oigo, madre,
dentro del corazón.
MALEK y CORSARIOS. ¡Mueran!
JUAN. (A Sáid) Decide.
SAID. ¿De esta gente?
BLANCA. ¡Piedad!
SAID. Tomadlos.
JUAN. (Con energía, deteniendo á los piratas.) Solo
me basto yo.
SAID. No hay rejas: son ya vuestros.
(Algunos Piratas se ponen de parte de Juan. Todos rodean á Carlos y á Ferrán, y se los llevan rápidamente escala arriba entre gritos y confusión.)
BLANCA. ¡Ah!
OSMÁN. ¡Mueran!
JUAN. (Luchando.) Respetadme.
CARLOS. ¡Hija!
BLANCA. ¡No!
FERRÁN. ¡Fieras!
JUAN. (Desde le alto de la escala.)
¡A mí!
BLANCA. ¡Padre!
SAID. ¡Hasta el alma me han herido!
(Todos desaparecen arremolinados.)